jueves, 3 de agosto de 2006

Devuélveme

Devuélveme la falda, que no te la he prestado y la has arrancado con la fuerza de mi vacío. Devuélveme inmediatamente los ojos que te admiraban, que aunque ciegos los prefiero míos y nunca volcados en tu roja frente. Devuélveme el café y el espejo del hotel, para guardarme un sueño tranquilo en una cama propia. Devuélveme la ceniza que cayó en la alfombra, para cernir tus intestinos que me han triturado con saña histórica. Devuélveme la paciencia con cargo telefónico, para saldar las deudas de tus absurdas conversaciones. Devuélveme la rabia que te dí por entregas en correos distantes. Devuélveme las burlas carroñeras de un momento inoportuno para ver si así aprendo cómo hacerte daño y conseguir vengarme por fin. Devuélveme de una vez por todas las emociones putrefactas que cultivé junto a mis pulmones porque quiero toserte como una enfermedad. Devuélveme, en fin, la primera sensación ilusoria de un beso, porque no he conseguido rasgar mi boca cosida. Devuélveme mi necedad enamorada, mis dedos acaparadores, mi lengua equivocada. Devuélveme cualquier rastro de existencia, de presencia, de evidencia. Devuélveme a mi mundo, a mi fantasía, a mi lugar. Devuélveme con tus jugos gástricos y la comida de algún día en que ya no estoy. Devuélveme sin piedad lo único que tienes mío aún... un recuerdo.

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