lunes, 29 de junio de 2009

Leave me alone

En su momento recuerdo haber visto aquel video, donde gritaba Just leave me alone. Él era el gran circo del que los medios se servían con la cuchara grande. Titulares escandalosos, persecuciones, acusaciones. Y ahí estaba él, un Gulliver atado que grita Déjenme solo. La verdad es que la letra de la canción no tiene que ver con el asunto; más bien habla sobre un rompimiento amoroso, pero el video era sumamente claro.

Michael Jackson ha muerto. Y nos vamos muriendo todos junto con él. Toda la generación que crecimos con su música y sus escándalos vamos envejeciendo. Cuando yo era morrita era el boom de Michael. Claro, ahora, a toro pasado a los viejos fans nos tildan de ridículos, pero en su momento era la súper onda. Me acuerdo que algún día apostamos con mi tía Rebeca unos discos y le intercambiamos mi hermano y yo el de Lionel Richie por el Thriller, disco desplegable, de Michael. Mi hermano luego descubrió a Quiet Riot y olvidó el LP mencionado, así que yo me lo adueñé de inmediato.

Cuando vino a México, todos enloquecimos. Yo convencí a mi padre de que me llevara a verlo. Y como una no sabía lo que costaban los boletos, pues yo creía que era muy fácil. Al final, mi padre sólo pudo pagar el suyo y el mío. No estoy segura si mi hermano ya nos lo perdonó. Finalmente, creo que a él lo llevó un tío que tenía palco en el Azteca (porque es fan del América, uts).

No voy a decir como se suele hacer cuando muere alguien que "era tan bueno" pero siempre me he preguntado que tan malo de verdad era o si simplemente fue una magnificación mediática. Si abusó o no del niño aquel, la verdad nunca la sabremos. En algún momento, aceptó quedarse calladito y negociar una cifra millonaria a cambio. En Gringolandia, país de las demandas, a mí me siguen pareciendo dudosos los demandantes en muchas circunstancias.

Eso no le quita que el hombre sí estaba muy enfermito de su cabeza. Ciertamente, nunca quiso ser negro. Es un hecho que se desfiguró la cara con cirugías y que se blanqueó la piel, aunque él insistiera en que tenía Mal de Pinto. Nomás que con la enfermedad no te pones blanco tan parejo. Al final, era muy parecido a ser anoréxico o bulímico. Se veía al espejo y no le gustaba lo que veía, y seguía transformándose. Pero si de cirugías se trata hay millones de artistas que lo han hecho y no han sido tan vilipendiados como él.

Siguiendo esta idea, me pregunto por ejemplo, por el caso Britney. Es cierto que no sólo ha sido víctima de los medios, sino de su bipolaridad y también de la loca de su madre, pero el asunto es que los medios magnifican las historias al grado también de desvirtuarlas. Creo que deshumanizan a la persona, lo vuelven personaje y lo satanizan. Al final, son seres humanos igual de atormentados que el resto, nomás que nosotros no salimos en la tele cuando hacemos estupideces.

En fin, yo disfruté mucho la música de Michael Jackson por lo menos hasta el disco Bad. El Dangerous ya no lo tuve, pero me gustó. Me parece que sí fue uno de los grandes de la música, por eso fue nombrado El Rey del Pop. Fue un parteaguas, un ícono generacional, un símbolo de éxito y decadencia. Hoy hasta Felipillo se lamenta porque murió por drogas, ay qué tierno.


Desde hace mucho que ya no hacía nada. Apenas había agendado una gira por Londres hace poco, después de una larga ausencia. La verdad es que artísticamente ya había muerto hace algún tiempo. Ahora simplemente el cuerpo alcanzó al alma.

Quedarán sus discos como recuerdo. Quedará la música como homenaje a un hombre talentoso, pero enfermo. Al final, su petición se convirtió en destino. Lo dejaron solo, se quedó solo, se encargó de estar solo. Murió solo.

Aquí les dejo el video de Leave me alone. Véanlo, es una joya.

martes, 23 de junio de 2009

La palabra

Tengo la impresión de que por encima de casi todo, lo que consigue relacionarnos como humanos es la palabra. El lenguaje, en el que nos construimos y nos vinculamos. Decimos de nosotros mismos, decimos de otros, decimos del mundo. Creemos en la palabra del otro, sabemos la historia por un relato, nos contamos nuestra identidad, nos relatamos los afectos.

La palabra es navaja, es esponja, es terciopelo, es flor y canción. La palabra exorcisa, ennoblece, lastima, enardece, obsesiona, cura, enamora, decepciona. Lo que tenemos para ofrecer al otro en primer término es la palabra. Nuestra palabra implica compromiso. Lo que decimos lleva una carga en la interacción. Entonces, ¿por qué tomamos tan a la ligera nuestra palabra?

Vero y yo platicábamos hace unos meses sobre este tema. Los niños son el gran ejemplo de cómo se nos olvida el valor de la palabra. Cuando tú le prometes algo a un niño, lo toma como verdad. No sé si en otros países, se tome tan a la ligera como aquí la palabra. Ardilla hace grandes berrinches porque dice que nadie se hace responsable de sus palabras, sobre todo en los medios masivos. Coincido. Ni los políticos, ni los comunicadores, ni la gente cuando opina se compromete con sus palabras. Es fácil despotricar cuando no hay consecuencias. Aprovechando la libertad de expresión cualquiera tiene derecho a injuriar, mentir, inventar.

Aquí nos decimos "nos hablamos", " a ver cuándo nos vemos", "te marco mañana", "nos vemos el fin", etc., sin intención de cumplirlo. La mayoría de nosotros no damos por hecho una cita hasta que se confirma el mismo día y hay cuatro llamadas de confirmación al respecto. Cuando le dices eso a un niño, se queda esperándote. No es un comentario a la ligera, le hiciste una promesa. Pero dicen que prometer no empobrece, es cumplir lo que adelgaza.

Creo que por eso también son tan detestables los hombre que intentan conquistar con palabras falsas. Si tu primera carta, es la palabra engañosa, ¿qué se puede esperar de ti en el resto de acciones? Y mentir no es tan terrible, sino hasta que se demuestra la verdad. Es justo ahí cuando la confianza se quebranta, porque alguien decidió usar la palabra con alevosía, para manipular y engañar a otro.

Dicen por ahí que no es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre, sino lo que de ella sale, porque del corazón viene. La palabra viene cargada de emociones, de pensamientos, de biografía, de intenciones. También lo que decimos debemos cuidarlo y honrarlo como sagrado, porque es en la palabra que nos relacionamos, nos damos a otros, nos configuramos hacia el mundo.

Creo yo que buena parte del éxito de las terapias tiene que ver justamente con la palabra. La palabra que lleva a la conciencia lo que estaba escondido. La palabra con la que nos contamos nuestra propia historia y la de los demás. Hablar cura, sí, porque nos libera, nos hace conscientes, materializa lo intangible.

Es interesante lo que nos decimos a nosotros mismos hacia adentro. Me da la impresión que todos tenemos una madrastra regañona ahí dentro, que nos condena y nos castiga por nuestros actos. Nos dice lo que está bien y mal, nos dice cómo deberían ser las cosas, nos juzga. Esa voz interna, esa palabra interior también genera consecuencias. Lo que nos decimos define nuestras acciones e interacciones. Lo que decimos de los otros determina cómo nos relacionamos con ellos.

Yo me enamoré de la palabra. Antes de mirar su rostro, antes que su modo de vida, la palabra resonó en mi alma. Una palabra divertida, enloquecida, profunda, en espiral. La palabra nos llevó a mundos nuevos, a crear planetas, a soñar paraísos. La palabra que no dijimos, luego, nos separó. Pero más tarde la palabra virtual nos acercó en el corazón.

Me comprometo con mis palabras, en el momento presente. Doy mi palabra, con amor, con consciencia. En la palabra amorosa podemos encontrarnos hoy. En la palabra responsable, podemos crecer. En la palabra comprometida, podemos construir un lazo sólido, donde sepamos que somos unos para otros.

sábado, 20 de junio de 2009

Votar no es un dilema

Y como dice la Dresser, anular es votar. Desde hace mucho decidí que anularía mi voto. Ya no vale de nada que lo diga ahora que lo ha dicho todo mundo y que hay hasta una campaña que lo promueve. En fin, ya sé que no digo nada nuevo. Anularé mi voto, no porque quiera unirme al movimiento. No hay tal movimiento, y anular los votos no conducirá a nada. Anularé mi voto porque no me da la gana otorgárselo a nadie. Punto.

Si eso fortalece el voto duro, pues la verdad no me puede importar menos. Si tras de esto, hay un complot, tampoco me importa. Lo único a lo que puedo ser leal es a mi naúsea por los partidos políticos. No me apetece darle mi voto a los partidos grandes, que están plagados de corrupción, pero tampoco ayudarle a conservar su registro a partidos chicos familiares, que están igual de putrefactos. Por mí, que les quiten el registro, que dejen de asignarles cuentas millonarias a costa de nuestros impuestos.


Debo confesar culposamente que me entretiene (perversamente) ver las campañas. Me encanta el absurdo del partido Verde que exige que "el gobierno", esa entidad que a ellos les parece ajena no sé por qué si forman parte de él, otorgue vales de medicinas si no puede surtirlas. Total, los recursos son infinitos, se pueden gastar en lo que uno proponga. Deberían dar vales también cuando no puedan construir carreteras, instalar drenaje, etc.

El Pan que sigue con su labor heróica de rescatarnos del narcotráfico. Me asusta mucho que el presupuesto se asigne a una guerra armada, pero no se canalice a educación, salud u otros rubros importantísimos. De pronto, el foco se pierde. Lo único que importa es hacer la guerra. Y ya había yo externado mi opinión sobre esta "estrategia". Combatir los síntomas no cura la enfermedad. No hay propuesta real.

Y claro, la preciosa niña que avala al PRD... Nooooo, bueno, pero es que la niña es una autoridad en temas de política. Así que hay que hacerle caso. A ella, y al incoherente maestro de yoga que recomienda un aceite. Los dos gozan de autoridad moral para hablar.

El que es muy bonito es el spot del PRI, que dice todo y nada. Pero nos presenta un montón de figurines lindos que según ellos son de fiar o algo así.

Hueva infinita. Pan con lo mismo. Asco totalitario.