domingo, 31 de julio de 2005

Diagnostico clínico (cuento)

Hoy desayuné omelette. Estaba frío cuando lo comí. Pasaron veinte minutos en aquella llamada que tanto me desconcertó.
- Soy alérgico a ti
Me dijo que le daba escozor, que sus estornudos no eran por mi gato, que es mi piel la que lo irrita.
- El doctor me dijo que es un padecimiento muy raro, pero lo cierto es que tu nivel de Ph me hace daño.
¿A qué diablos se referirá con mi nivel de Ph?
- Es una medición del nivel de acidez, todavía se atrevió a aclarar.
- Yo soy alérgica a tu degenerativa y crónica pendejez. ¿No se te ocurrió un mejor pretexto para romper conmigo?
- No te pongas así. No es tu culpa. Soy yo.
- ¡Claro que eres tú, pedazo de eunuco!

Colgué y mi desayuno estaba helado. La mañana que conocí a Enrique tenía un catarro singular. En lugar de destilar mocos, babeaba y lloraba. Por supuesto que pensé que el pobre tipo tenía un mal de amores terrible y estaba haciendo una profunda catarsis. Bueno, a decir verdad, primero pensé que era un pobre loco extraviado de la casa de la risa. Le acerqué un pañuelo simplemente porque le sonrío al perro labrador de mi vecina. Siempre me ha parecido que la gente que es amable con los animales, es en general, gente buena.

Mientras se secaba los labios y los ojos, también a mí me sonrió. ¿Necesitas ayuda? ¿Quieres platicar? necesito un doctor, ¿No será un psiquiatra?, no, un doctor, ¿Por qué lloras tanto?, no lloro, tengo gripa, ¿Eso es una gripa?, sí, es un padecimiento muy raro, pero lo cierto es que así funcionan mis mucosas, ¿Quién te dijo eso?, mi doctor, por supuesto, ¿Es contagioso?, no, ¿Es curable?, no, ¿Quieres que llamemos a tu doctor desde mi casa?

Ahí no empezó todo. Después de esa pregunta, se rascó el brazo izquierdo y estornudó-escupió. Me pareció sumamente desagradable, pero extremadamente tierno. Era como un niño asmático, desvalido, buscando a una madre castrante e impositiva pero amada a final de cuentas. Sentadito ahí llora que llora en las escaleras de mi edificio.

Me daba tanta pena dejarlo ahí. Abandonarlo era equivalente a desahuciarlo. Se rascó la pierna, se levantó y emprendió un camino incierto. Incierto para mí, claro. No puedes irte asi, ¿Cómo?, que no puedo dejarte ir así, ¿Cómo así?, pues así, así como estás, ¿Por qué te preocupa?, no me preocupa, no seas tonto, déjame ayudarte, ¿Por qué crees que necesito ayuda?, se ve que la necesitas, ¿Tú crees?

Ahí terminó todo ese primer día. Frunció el ceño, o lo que quedaba de él, sonrió y se largó a paso veloz.

Dos días después lo encontré otra vez, sentadito en los escalones, con un mejor semblante y con una bolsa de chocolates. Quiero agradecerte por tu preocupación, no tienes que agradecer no me dejaste ayudarte, ya sé pero igual fuiste muy cordial, gracias pero no me gusta el chocolate, lo siento, yo también.

Ahí se terminaron los temas en común. El resto de la relación fue un largo epílogo para justificar una pésima novela romántica. Su comezón era continua, y culpaba a mi mascota. Cuando dormía en mi casa, era él quien parecía vomitar bolas de pelo. Me molestaba tanto su debilidad. Todo su vida había estado enfermo; siempre tenía una extraña molestia que escapaba a los diagnósticos médicos, y que para él tenía siempre sentido.

Los diecisiete meses que estuvimos juntos fueron un total infierno, pero nos gustaba quemarnos juntos. Peleábamos todas las noches y él no paraba de rascarse cuando teníamos sexo. El sexo, sin embargo, fue lo que nos mantuvo juntos. Estábamos tan furiosos uno con el otro, que cogíamos con fuerza salvaje. Hacer el amor jamás describió lo que hacíamos juntos. Queríamos herirnos, rasgarnos, destruirnos, y terminábamos extenuados de tanto odio.

La noche anterior a su descubrimiento fatal sobre mi Ph hablamos calmadamente por segunda vez (la primera fue dos días después de conocerlo). ¿Por qué seguimos juntos? ¿Por qué sigues tú? ¿Por qué me respondes con una pregunta? ¿Por qué no me contestas? ¿Por qué siempre tienes miedo de hablar de ti? ¿Por qué nunca te interesas tú en mis asuntos? ¿Por qué no dejamos de pelear ni siquiera ahora?¡Por que no puedo confiar en ti, siempre has sido débil! ¡Y tú eres una maniática amargada! ¡Pero sigues conmigo porque sólo sabes vivir con dolor, es la historia de tu vida! …no puedo vivir sin ti, no puedes vivir sin sufrir, tal vez tienes razón, nunca me has dicho que me quieres, pero lo sabes, no lo sé ni tampoco tú, sólo sé que desde que estoy contigo no me he enfermado, pero tienes alergia a mi gato, pero puedo soportarlo, pero te enojas, pero no es contigo, pero igual te desquitas, pero igual te quiero.

De pronto, me urgió la necesidad de vomitar el curry que habíamos cenado. Fue espantoso. Ahora era yo la débil y él cuidó de mí hasta que pude dormir. Llamó a su médico, salió a comprar medicinas, preparó suero, me acarició la cabeza, me besó la frente, me habló con palabras chiquitas, amorosas y paternales. La última frase que escuché ni siquiera la entendí.

Hoy llamó temprano mientras preparaba el desayuno. Nena, no podemos seguir juntos, ¿Por qué vomité?, no, no es por eso, ¿Entonces?, no es sano, ¿Es por Miki?, no, no es por el gato, ¿Me quieres?, no es eso, ¿Eso qué?, no es porque no te quiera, ¿Tienes una mejor explicación?¿Te das cuenta que por fin sabemos que nos queremos?

Luego vino la estúpida justificación y mi rabia. Sentí que la necedad era el leit motiv, sentí que habíamos ensayado la agonía de un cáncer. Y hoy que había enfermado para él, hoy que he sacrificado mi salud para amarlo, él decide ponerse a salvo. No podemos curarnos. Somos dolencia mutua. Viviremos con este dolor crónico el resto de nuestros días. Contagiaremos a otros irremediablemente y sin intenciones. Esta enfermedad no se acaba apartándose del foco de infección. Es un padecimiento muy raro, pero lo cierto es que así funciona el amor.

sábado, 23 de julio de 2005

Una noche similar

Y no al estilo de las Farmacias, pero si muy parecida y quizá diluida. Anoche estuvimos en el Lunario, oyendo de nuevo a Magos Herrera y 4 personas relacionadas estábamos en el mismo lugar en el que estuvimos tiempo ha.

La primera vez fue terrible. Todos los asistentes teníamos historias terribles que se entrelazaban trágicamente. Yo, por mi parte, tenía el corazón roto por Allan y él estaba ahí, a escasas 4 mesas.

Ayer estaba mucho más lejos, de mi asiento y de mi vida. Tan lejos y tan cerca. Esta vez, no me atacó la ansiedad. Esta vez, no se me antojaba saludarlo. Esta vez, ya no lo quiero.

Sí, claro, que en la primera ojeada que dimos Perfumes y yo hacia el lugar donde estaba él y su amigo Alejandro, hubo una fuerte descarga de adrenalina. Pero nada más.

A mí me pasaba, más bien, que me daba mucha curiosidad. ¿Habrían previsto, como nosotras, que podíamos encontrarnos? ¿Se acordaría de aquella noche? ¿Pensaría en mí? ¿Recordaría que yo le escribía con palabras de jazz cuando el rompimiento era tan doloroso?

“Si pudiera recibir en mi puerta un mapa cada año, que dijera donde ir, dar mis pasos sin hacerme daño. Mi fragilidad, que me hace llorar… toma mi nombre y mi silencio y mi cuerpo al revés, dame un signo, una palabra que me deje ver…” Así iniciaba alguna de mis desesperanzadas cartas. Y mientras la voz traía esas palabras a nuestros oídos, me pregunté si él imaginaría las esquirlas mortales que había dejado esa canción.

Pra dizer adeus, es una canción de despedida, comentó Magos. Es una canción muy triste, porque dice: está bien, terminamos…pero te sigo amando. Nada más adecuado. Luego, el transcurrir de los días, y la lejanía silenciosa, las murallas invisibles que hoy representan miles de galaxias infranqueables entre esos pocos metros y personas que nos separaban físicamente. Por no mencionar, que los muchachos venían con sus chicas, claro. Supongo que una de ellas, era precisamente la famosa y catastrófica Carolina.

Yo ya no extraño a Allan, pero admito que hay algo en esa relación que no se ha podido cerrar en mi corazón. No sé que haga falta. El concierto podría ser justo el motivo perfecto para cerrar el ciclo. Me da la impresión que no he podido aterrizarlo y he venido idealizándolo todo este tiempo.


Con toda la debida inquietud que provocó haberle visto ahí, el concierto me recordó mi alegría. En general, los conciertos me recuerdan que estoy viva. Sonrío con el alma. Con alma libre y soberana, como dice Magos.

Sobreviví al metrobús

Venía de la colonia Roma. Podía tomar el metro, pero tragué saliva y probé suerte con el metrobús. La primera estupidez que encontraba era poner módulos de venta de boletos, sin embargo, descubrí que son provisionales, porque pronto funcionarán las máquinas expendedoras automáticas.

Abordé el camión con toda mi ignorancia. ¿Dónde debía descender? ¿Cuántas paradas habría hasta mi destino? ¿Sería todo esto una metáfora de mi vida?

El metrobús me reveló mi relación con la ciudad. La ciudad es como mi madre: la quiero por ser origen, pero a veces no la soporto por ser apabullante. Es bella pero demandante.

Mi miedo se disipó. El recorrido entre la Roma y la Del Valle duró sólo 17 minutos. Honestamente, no fue tan terrible como lo había pensado.

No soy fan de López Obrador, aclaro. Ni siquiera simpatizante, vaya, pero creo que esta es una buena iniciativa. Y en esa medida, iniciativa; una propuesta de solución. No me atrevo aún a cantar victoria sobre la eficiencia del transporte.

No es la primera ciudad donde se ha implementado. Aquí mismo en León ya había uno. Me llama la atención, el metrobús Colombiano o Transmilenio (los locales le llaman ‘Transmilleno’). Cuando se puso en marcha en Colombia, se implementó al mismo tiempo una campaña de cultura ciudadana. Creo recordar que en nuestra ciudad quisieron crear el día del peatón y un sistema de tarjetas con las que se aprobaría o desaprobaría el comportamiento de los otros transeúntes o conductores.

Eso es todo lo que recuerdo, porque no tuvo más impacto y la respuesta de la ciudadanía fue escasa. Aquí los peatones parecemos monedas del Mario Bros. No hay que respetarlos sino embestirlos. ¿Cómo le hacemos para educarnos? ¿Cómo le hacemos para calmarnos también? ¿Y verdaderamente nuestra neurosis citadina justifica nuestra falta de civilidad?

Nadie en sus cabales querría vivir en esta ciudad con tantos problemas de tantas y distintas índoles. Por eso supongo que todos los defeños debemos estar completamente oligofrénicos. Y sumamente masoquistas, por supuesto y al parecer este sufrimiento constante nos alimenta un deseo sádico revanchista. Si yo sufro, ¿por qué habría de importarme el sufrimiento de los otros 23 millones de idiotas? Más aún, yo no la estoy pasando bien, así que tú también jódete.

El tema es que a final de cuentas somos todos vecinos. Tarde o temprano, tu vecina a la que le rayaste el coche, se va a desquitar. El del 104 al que le mentaste la madre, te va a dejar el auto en tu entrada. Es una cadena interminable de agravios, que nadie parece querer detener.

Por lo pronto, afirmo: tengo fe en el metrobús y también en la ciudad. Es la ciudad de la esperanza, en efecto, y espero que algún día se convierta en la ciudad de las realidades.

martes, 12 de julio de 2005

Bombing for peace?

Bombing for peace is like fucking for virginity, atinó a expresar una chica en una manifestación en Washington contra las decisiones del gobierno estadounidense.

En una reunión de urgencia, los 15 miembros del Consejo aprobaron por unanimidad una resolución del Reino Unido en la que expresaron su "total determinación para combatir el terrorismo, acto que es una amenaza para la paz y la seguridad". (El Universal, 8 de julio 2005).

Suena casi igual, vaya. Ataquemos la guerra con guerra, parecen decir, sobre todo Blair y Bush. El 11 de marzo del año pasado quien la pagó fue Madrid. Al Qaeda está ya advirtiendo a los gobiernos de Dinamarca e Italia que sufrirán las mismas consecuencias si no retiran a sus tropas.

Claro que no justifico las acciones de Al Qaeda, pero admito que a veces pienso que las naciones se lo merecen. Estados Unidos, por ejemplo. Insúltenme si quieren, pero lo merecían. Y quiero ser más clara: lo merecen en términos teóricos y conceptuales, porque evidentemente no lo merecían los miles de muertos, los heridos y los familiares.

El budismo dice que no hay malas ni buenas decisiones, ni karmas irremediables. Lo que hay es simplemente resultado o consecuencia de nuestros actos. Mala fortuna que un señorcito cuasi esquizoide como Bush (padre o hijo; elige tú) decidan el rumbo del futuro de doscientos millones de habitantes que conforman su territorio y luego, la cancelación del futuro de otros millones de personas en distintos sitios del mundo. Consecuencia: resentimiento que deriva en terrorismo.

No estoy de acuerdo con la Ley del Talión, y creo que alguien tiene que ceder una primera vez. Desafortunadamente, dios no cede, porque no puede dividirse. Dios no puede darle la razón al Diablo. ¿Cuál Dios? Cualquiera, el republicano, el musulmán, el poderoso. Allmighty Vengeance God. Dios no puede vengarse a sí mismo. Si partimos de la premisa básica de una guerra santa, todo esto se reduce a los poderes inextricables de Dios. ¿A qué Dios defienden? Seamos honestos: aquí lo de menos es la religión. Es sólo un buen pretexto y un aliciente de reclutamiento militar.

Hoy a mí me parece curiosa, en especial, la cobertura de medios sobre los ataques a Londres. Cuando derrumbaron las Torres Gemelas, recuerdo que nos pasamos semanas hablando el tema y los titulares de noticieros impresos y audiovisuales machacaban con lo mismo. Sobre los ataques en Londres, se publicó en los periódicos ese mismo día en primera plana y dos días después había pasado a las páginas interiores con notas de menos importancia. Hoy se publican un par de notas muy babosas que hablan sobre el temor ante nuevos ataques. ¡Qué novedad!

¿Qué vida vale más, la que se cotiza en dólares, euros o liras esterlinas? Me queda claro que como decía José Alfredo, la vida no vale nada. ¿Por qué la vida de los norteamericanos siempre se sufre más que la de otras nacionalidades? Me molesta la postura. Son tan mesiánicos e israelitas en su visión: "tenemos la salvación y somos el pueblo elegido". A mí me importa un carajo la nacionalidad, la religión o sus gustos culinarios. Un ser vale lo mismo en todas partes. No soy la primera que lo dice, ya lo sé, pero quiero decirlo yo también. ¡ESTOY HASTA LA PUTA MADRE DE LOS PINCHES GRINGOS Y SUS CRUZADAS! ¿God bless America? Bullshit, pura mierda capitalista. América es más que EUA y Dios no nació en Nueva York.

No sé qué podríamos hacer nosotros, simples ciudadanos. Lo menos que puedo hacer es manifestar mi inconformidad ante tanta necedad. Lo siento, Londres, de verdad, pero siento más que hayan permitido lo que hizo su gobernante. Lo siento por los miles de muertos y heridos. En este sentido, me uno al corazón español que nunca aceptó mandar tropas y aún así fueron víctimas de ataques. Qué pena que hayan pagado una deuda tan costosa y no adquirida. Quiero un mundo sin terroristas, pero también quiero un mundo sin colonialismo, sin fundamentalismo, sin venganzas y sin economía de guerra.

¿Estoy a punto de volverme anti-globalización? Qué miedo...

Descarolinizar mi vida

Si Carolina es simbólicamente la causa de todas las catástrofes mundiales, entonces es tiempo de descarolinizar.

Claro, claro, que Carolina, la real, no hizo nada en mi contra. Claro, que es sólo una manera de nombrar algo que me rebasa. La idea es que Carolina significa una decisión, una sola que afecta de manera fractal al resto del universo. Así, seguramente yo misma tomé caminos inciertos que influyeron en el caos posterior. Conseguí aletear como mariposa al grado de provocar un huracán interminable. Entonces, el gato Kwan que me sacó de mi casa, el argentino Eduardo que me ofreció un trabajo, la mensa de Perfumes que me amigó con Allan, o el señor del restaurante que derramó sal sobre mí, cualquiera de ellos tiene tanta culpa como Carolina y a la vez, ninguno de ellos es culpable de nada.

No tomaré el departamento de la calle de Carolina y de eso tiene la culpa el Metrobús. Así que en última instancia, la culpa la tiene López Obrador. La buena noticia es que al parecer hay un departamento con muchas posibilidades en puerta. Está lindo, amplio y bien ubicado. Es un depa de los sesenta, calculo. Yo inmediatamente pensé en Silvia Pinal y oí bossa nova de fondo musical. La verdad, es el primer departamento del cual me enamoro.

La descarolinización de mi mundo implica clausurar la puerta a las desgracias. Comenzar una nueva etapa donde las decisiones tomen caminos de impacto positivo. Iniciar una cadena de sucesos que deriven en cimientos y edificios y no más destrucción. Necesito un poco de esperanza...

martes, 5 de julio de 2005

Inchi Muerdenalgas

Inchi logró adaptarse a este nuevo sitio. Estoy contenta y tranquila porque estamos todas bien, es decir, las 5: Guille, Adriana, Chita, Inchi y yo.

Evidentemente, el primer encuentro entre las felinas no fue tan grato. El maullido ronco de Chita anunció su renuencia al abandono de su superioridad. Sucede que a Chita le cambió el carácter (o como sea que se le llame en los animales) desde que la esterilizaron. Se volvió más cariñosa y juguetona.

Al parecer, Inchi también aprendió nuevos trucos. Ya había convivido con otra gata y de mayor tamaño, aunque menor edad. Fue muy evidente que perdió el miedo. Así que se corretearon, se asustaron, se esponjaron, pero finalmente se aceptaron.

Claro que Chita le propina sendos coscorrones y mordidas, para demostrarle quién es la jefa. Inchi para no quedarse atrás, le interrumpe el sueño y la ataca cuando se descuida. Como sea, todo es en son de juego y no se hacen daño. Fiu, respiro profundo.

Pero Inchi no sólo se dedica a molestar a Chita. ¡Claro que no! También tiene un amplio repertorio de conductas molestas para humanos, entre las que se cuentan:
1. Tirar floreros, siempre y cuando la mires.
2. Sacar objetos de la basura, siempre y cuando te enojes.
3. Morder las plantas, siempre y cuando la persigas.
4. Y la más controversial, morderte las nalgas, siempre y cuando estés profundamente dormido.

¿No es adorable?

Con todo y la anarquía de Inchi, todos estamos contentas con la nueva configuración familiar. Chita ama la camita redonda de Inchi y se duerme ahí la mayor parte del día. Ahora come Whiskas de cachorro y toma leche, cosa que no hace desde que era muy bebita. En fin, son muy chistosas y nos hacen reír mucho.

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El fallido Metrobús me ha hecho pensar dos veces en Carolina. Me refiero, por supuesto, al depa. La verdad es que creo que por mucho tiempo, circular en el Metrobús no será la mejor opción. Y que conste que esta predicción sigue siendo optimista.

Desde que lo inauguraron, he evitado por todos los medios posibles no abordarlo. Tomo otras vías, otros transportes. Creo que... le tengo miedo. Sí, me asusta y me da alergia.

Replanteo la zona, pero no lo comenten mucho, porque luego dicen que soy indecisa...