sábado, 23 de julio de 2005

Una noche similar

Y no al estilo de las Farmacias, pero si muy parecida y quizá diluida. Anoche estuvimos en el Lunario, oyendo de nuevo a Magos Herrera y 4 personas relacionadas estábamos en el mismo lugar en el que estuvimos tiempo ha.

La primera vez fue terrible. Todos los asistentes teníamos historias terribles que se entrelazaban trágicamente. Yo, por mi parte, tenía el corazón roto por Allan y él estaba ahí, a escasas 4 mesas.

Ayer estaba mucho más lejos, de mi asiento y de mi vida. Tan lejos y tan cerca. Esta vez, no me atacó la ansiedad. Esta vez, no se me antojaba saludarlo. Esta vez, ya no lo quiero.

Sí, claro, que en la primera ojeada que dimos Perfumes y yo hacia el lugar donde estaba él y su amigo Alejandro, hubo una fuerte descarga de adrenalina. Pero nada más.

A mí me pasaba, más bien, que me daba mucha curiosidad. ¿Habrían previsto, como nosotras, que podíamos encontrarnos? ¿Se acordaría de aquella noche? ¿Pensaría en mí? ¿Recordaría que yo le escribía con palabras de jazz cuando el rompimiento era tan doloroso?

“Si pudiera recibir en mi puerta un mapa cada año, que dijera donde ir, dar mis pasos sin hacerme daño. Mi fragilidad, que me hace llorar… toma mi nombre y mi silencio y mi cuerpo al revés, dame un signo, una palabra que me deje ver…” Así iniciaba alguna de mis desesperanzadas cartas. Y mientras la voz traía esas palabras a nuestros oídos, me pregunté si él imaginaría las esquirlas mortales que había dejado esa canción.

Pra dizer adeus, es una canción de despedida, comentó Magos. Es una canción muy triste, porque dice: está bien, terminamos…pero te sigo amando. Nada más adecuado. Luego, el transcurrir de los días, y la lejanía silenciosa, las murallas invisibles que hoy representan miles de galaxias infranqueables entre esos pocos metros y personas que nos separaban físicamente. Por no mencionar, que los muchachos venían con sus chicas, claro. Supongo que una de ellas, era precisamente la famosa y catastrófica Carolina.

Yo ya no extraño a Allan, pero admito que hay algo en esa relación que no se ha podido cerrar en mi corazón. No sé que haga falta. El concierto podría ser justo el motivo perfecto para cerrar el ciclo. Me da la impresión que no he podido aterrizarlo y he venido idealizándolo todo este tiempo.


Con toda la debida inquietud que provocó haberle visto ahí, el concierto me recordó mi alegría. En general, los conciertos me recuerdan que estoy viva. Sonrío con el alma. Con alma libre y soberana, como dice Magos.

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