jueves, 21 de diciembre de 2006

Hoy no me puedo levantar, la mercadotecnia me dejó fatal

-Toma, mijito, cómete toda esta mierda y disfrútala
-¿Por qué tengo que disfrutarla, mamita?
- Porque no hay otra cosa, mi niño


Estaban un día ciertos productores y un compositor echándose unos tintorros y debrayando cómo hacer para poder sacar más dinero de los éxitos de Mecano una vez más. De pronto surgió la grandiosa idea:
¡HAGAMOS UN MUSICAL!, gritaron al unísono.

La obra resulta un completo fraude como musical, pero un gran éxito en taquilla que comercia con la nostalgia de una generación. Si quitamos todos los fragmentos de historia y dejamos sólo los números musicales quizá obtendríamos un mejor show. Uno que simplemente debería llamarse "Grandes hits de Mecano".

El espíritu del teatro musical es la narración de una historia que se cuenta a través de canciones. Lo que sucede en esta obra es que se eligieron canciones y se creó una historia ñoña. Es decir, es narrativamente pésima y las canciones se introdujeron con calzador en el espectáculo.

Y sí, la producción es buena, los chicos tienen talento y buenas voces, los nuevos arreglos suenan muy bien. Y yo, no dejo de sentirme timada como espectadora, porque me dicen que voy a ver teatro musical y lo que veo es sólo un producto de la mercadotecnia.

Supongo que, en efecto, la obra responde a la demanda del mercado. Este mercado que traga mierda porque viene envuelta en papel celofán. Nos engañan, nos roban nuestro dinero con cualquier pretexto y nosotros abrimos las carteras sonriendo.

Pero vamos a analizarla con detenimiento. En las primeras dos horas antes del intermedio, dos chicos persiguen el sueño de volverse famosos armando un grupo musical pop. Colate y Mario vienen del pueblo a la gran ciudad de Madrid hablando como chilangos. Se encuentran a Chakas y a Guillermo, tarado el primero, gay closetero el segundo. La historia se desarrolla en la década de los ochenta. En resumen, Mario se enamora de María y viceversa, el grupo triunfa en un concurso, Colate se hace adicto a la heroína. Para contarlo necesitamos las siguientes canciones:
Hoy no me puedo levantar, No hay marcha en Nueva York, Maquillaje, Hawai-Bombay, Una rosa es una rosa, Mujer contra mujer, Me colé en una fiesta y No controles.
¿Puedes ver clarísimo como las canciones no cuentan absolutamente nada?

Nadie va a Nueva York en la recesión, el maquillaje se aplica a los chicos del grupo, Hawai-Bombay ya de por sí era absurda, Una rosa es una rosa como explicación de la virilidad del flamenco, Mujer contra mujer porque dos chicas HETERO platican en una tina, Me colé en una fiesta porque Guillermo se va de party y No controles , ¿por qué no?

Después del intermedio, aún nos quedan dos horas más. Humor de pastelazo, clichés y chantaje emocional para despertar nuestra más alta y noble moralidad. Mario deja el grupo por un contrato jugoso como solista, deja a María por una mujer que lo coloca en el medio, pero vive atormentado por la culpa de abandonar a quien lo vio surgir. Colate se suicida porque se entera que gracias a su adicción se contagió de Sida. Chakas se casa con Patricia. Guillermo confiesa por fin su evidente homosexualidad. Y las canciones cuentan: Eugenio Salvador Dalí, Aire, Perdido en mi habitación, Cruz de navajas, Hijo de la luna, No es serio este cementerio, La fuerza del destino.

El colmo del sinsentido es el número a lo Michael Jackson en Thriller para No es serio este cementerio con el simple pretexto de la muerte de Colate.

La audiencia estalla en aplausos porque escuchó todas las canciones que le recuerdan que fue joven e inocente. Y lo demás es lo de menos. Presenciamos un asco de obra dramática pero las canciones son “taaaaan bonitas” y nos recuerdan “aquellos buenos viejos tiempos” (lo que sea que eso signifique).

Hoy no me puedo levantar no reivindica el teatro musical en lengua hispana como pretende. Simplemente demuestra cómo se puede hacer mucho dinero con la explotación de viejos éxitos.

El síndrome básico de Luis Miguel. No hace falta crear algo nuevo, ni siquiera bueno. Sólo hay que repetirse al infinito con la seguridad de que el público cautivo aceptará todo porque proviene de un ídolo. Boleros 1, 2, 3…276; melodías pegajosas casi jingles y baladas romanticonas; el disco del concierto; los éxitos con mariachi; y como colofón, villancicos.

Así funciona la mercadotecnia. Nosotros somos sus víctimas. Y sufrimos del Síndrome de Estocolmo…

3 comentarios:

Jorge Hill dijo...

Chancros, en primera, aplaudo tu valor para acudir a esta onda. Yo siempre he odiado los musicales, teatro o cine, se me hacen la forma más baja de intentar crear una "narrativa" cuando de hecho, históricamente, con sus muy pocas excepciones (cats, el fantasma de la ópera, etc...) tienen la misma función: Idiotizar a la masa con una gran producción, movimiento, baile, estrellas fugaces, luces, cuerpos y rostros envidiables, pero al final, no te cuenta ni te dice nada, es un gran show de entretenimiento, made in U.S.A. baby!

Me gustó mucho tu crítica y sí, en efecto, repito una frase que algune vez puse en mi blog, o contestando otro blog, o no me acuerdo: Siempre hay alguien que hace mierda, porque siempre hay alguien que se la come.

Anónimo dijo...

joder,no podría estar de acuerdo con tu crítica. Puff veo que no soy la única a la que "hoy no me puedo levantar" le ha parecido una mierda, y no dejemos de mencionar la variedad de "chistes" del rollo cacaculopedopis que no tienen ninguna gracia.
Las canciones estan metidas porque si, puedo hacer yo tambien un musical y decir ayer soñe con... y zas encajo una canción cualquiera.

Por cierto las coreografías son una mierda y falta gente en escena y además coordinada como corresponde a una obra coral,
He dicho.
Vero

Anónimo dijo...

Bendito dios!! y yo que me senti tan incomprendido y acomplejado por no sentir entusiasmo ni gusto ni nada de nada, si acaso solo enfado al ver esta obra pesima, y todos a mi alrededor parecian felices. Por dias pense que yo tenia un problema de no apreciar