viernes, 22 de diciembre de 2006

La moral del ratero posmoderno

(Exterior. Noche. Esquina de Eugenia y Uxmal, Ciudad de México)
La chica viaja en un taxi. Se le nota distraída. En el alto, dos hombres, mediana edad, complexión robusta, vestidos de traje, se suben al auto. Uno sube al asiento del copiloto, mientras el otro se acomoda en el asiento junto a ella.

RATERO DEATRÁS: No te asustes, hija, venimos por la lana. No te vamos a hacer nada.
RATERO DEADELANTE: Órale, taxista, tú tranquilo. Date vuelta aquí.

La chica extiende los brazos en sus piernas en señal de derrota. Ratero Deatrás le pasa el brazo sobre el hombro, le pide que cierre los ojos y le dé su bolsa. Ratero Deadelante la recibe y la esculca.

RATERO DEATRÁS: Pensé que eras un güey, hija, ya te iba a descontar. Pero pus hasta que me subí ya me di cuenta que eras niña, hija. Casi te descuento.
LA CHICA: ah… pues sí, soy niña.
RATERO DEADELANTE: No te vamos a hacer nada, hija, o sea, que venimos por la lana nomás, ¿si? Tú tranquila.
LA CHICA: Estoy tranquila
RATERO DEATRÁS: Nomás tú cierra tus ojos, hija, o sea, no te vamos a hacer nada, pero tu cierra tus ojitos y voltea para acá, ¿órale? Tú tranquila y ya orita ya te dejamos

La chica suspira.

RATERO DEATRÁS: Oye, hija, ¿y a qué te dedicas?
LA CHICA: Soy maestra
RATERO DEATRÁS: ¿A poco? Órale, hija, y así, o sea, ¿qué? ¿en dónde das clases?
LA CHICA: En la universidad
RATERO DEATRÁS: Ah, y, o sea, ¿a poco nunca te has enamorado de un alumno?
LA CHICA: No, pus no, ¿cómo crees? Ya cuando son tus alumnos ya los ves diferente, casi como tus hijos.
RATERO DEATRÁS: Sí, ¿verdad? Pos ya es como diferente, ¿no? Fíjate, hija, que yo tenía un maestro que me decía que se preocupaba por los alumnos, o sea, pero me dijo un día, es que ustedes nunca se preocupan por uno, pero como maestro uno siempre se preocupa por ustedes, yo me preocupo por ti, Óscar, de veras me preocupo.
LA CHICA: Pues sí, así pasa…
RATERO DEATRÁS: Y o sea, pus un día que le hablo por teléfono y que me dice, ¿qué? ¿para qué me hablas? Ooo, pus usted me dijo que nunca me preocupaba por usted, pos le hablo pa’ preguntarle cómo está.
LA CHICA: Pues sí, pero hay que entender que esa es la posición que te toca ocupar. Ese es tu rol y claro, que te preocupas por los alumnos, pero no puedes esperar que ellos se preocupen por ti.
RATERO DEATRÁS: Ah, pero pus yo por eso le hablé a mi maestro. Y ¿tú qué, pinche taxista? ¿qué haces a estas horas en la calle, cabrón? Deberías estar estudiando para ser gente de provecho, cabrón. ¿A poco no? (mueve un poco el brazo con el que sostiene a la chica, buscando su aprobación)
TAXISTA: Pus no, güey, estoy trabajando
RATERO DEATRÁS: Ay, sí, cabrón, muy trabajador, pinche taxista jodido
TAXISTA: Pus seré jodido, pero al menos soy honrado
RATERO DEADELANTE: Muy pinche honrado, cabrón, pero yo gano más que tú en un ratito que todo tu pinche trabajo en un mes.
TAXISTA: Pus sí, pero honrado
RATERO DEADELANTE: Ay, sí, ay sí, muy pinche honrado, güey…
LA CHICA: Ya, pues, no sean groseritos con el taxista.
RATERO DEADELANTE: Oh, ¡pus él! (defensivo)

Se hace un breve silencio.

RATERO DE ADELANTE: Oye, y ¿cómo te llamas?

La chica responde con la verdad y suspira de nuevo.

RATERO DEADELANTE: Oye, ¿y tienes hijos?
LA CHICA: No, no, no.

Ambos rateros ríen un poco.

RATERO DEADELANTE: Oye, y, ¿entonces? ¿Con quien vives?
LA CHICA: Vivo con mi pareja
RATERO DEADELANTE: Ah, pero, ¿qué, casada o arrejuntada?, je je
LA CHICA: Arrejuntada, se podría decir
RATERO DEADELANTE: Órale. Oye, y, ¿qué, tu novio está grandote?
LA CHICA: (confundida) pues…sí
RATERO DEADELANTE: ¿y qué, es más grande que tú de edad?
LA CHICA: Pues… no, en realidad
RATERO DEATRÁS: Ay, ¿a poco? No te creo, te ves como del tipo que andan con chavos bien grandes.
LA CHICA: Bueno, sí, antes así era, pero con él fue diferente…
RATERO DEADELANTE: Ah, órale. Oye, a ver dime tu nip de la tarjeta.
LA CHICA: ¿Te lo vas a aprender o te lo dicto?
RATERO DEADELANTE: ¡Órale, hija, no te burles! (soprendido)

Ratero Deatrás y la chica ríen entre dientes.

RATERO DEATRÁS: Ya güey, ¿pus que no ves que es maestra?
RATERO DEADELANTE: Oh, pus sí, pero a ver, ya, dímelo, hija.

La chica le dice el número confidencial.

RATERO DEATRÁS: No, y pus te digo, hija, que pos también así, pos yo le hablé a mi maestro, porque pos él bien preocupado de los alumnos, y que dice que estaba preocupado por mí, porque fuera persona de bien, ya sabes, con valores, hija.
LA CHICA: A ver, ora que lo mencionas, ¿qué piensan de la campaña Tienes el valor o te vale?

Ratero Deadelante toma la palabra de manera arrebatada para adelantarse a la opinión de su compinche.

RATERO DEADELANTE: Ah, pus que es muy mala, ¿no?, yo digo, porque pus nunca te dicen de qué valor hablan, tonces’ pus puede ser cualquier cosa, ¿no?, yo digo, ¿no?
LA CHICA: No, cada comercial habla de un valor distinto, por ejemplo, la honestidad, la amistad, la familia…
RATERO DEADELANTE: Ah, no, pos no se entiende, porque pos yo digo, ¿de qué valor me hablan? Y entonces sí, porque pus no, no se entiende y por ejemplo, pos yo tengo valor, o sea, yo salgo a robar y eso es tener valor.
LA CHICA: No, pus sí. (resignada)
RATERO DEATRÁS: Ira, por ejemplo, yo el otro día le dije a una chava que me gustaba, y pus, me mandó a la goma, ¿verdad?, pero pos igual yo tuve el valor para decírselo.
LA CHICA: Sí, pues más vale decirlo, total, el “no” ya lo tenías, y en una de esas, te decía que sí.
RATERO DEATRÁS: Sí, pus por eso yo se lo dije, aunque me mandara a la goma, ¿no?, pero pus yo le dije, oye, hija, pus la neta me gustas.
RATERO DEADELANTE: Pos como tú, hija, estás bien bonita. ¿Ya ves? Pus tengo el valor de decírtelo, ¿no?
LA CHICA: Ja.. pues gracias. (confundida)
RATERO DEATRÁS: Y pus sí, hija, pos mira, la neta que pus uno se dedica a robar y eso, ¿no?, pero pus así es la cosa, ¿no? O sea, yo pus tengo el conecte con judiciales, ¿no?, y pues sí, pus ellos saben y pus ellos nos ayudan. Y mira, neta, hija, que pus ni modo, te tocó. Neta que yo pensé que eras un hombre cuando me subí, te digo que ya te iba a descontar, pero pus ni modo, te tocó.
RATERO DEADELANTE: Ya pinche taxista, ¡deja de ir echando las luces, cabrón!
TAXISTA: ¡Nostoy haciendo nada!
RATERO DEADELANTE: No te pases de lanza, pinche taxista, ¿eh? A ver, hija, repíteme tu nip.

La chica lo repite.

LA CHICA: ¿Vamos a pasar orita al cajero?
RATERO DEADELANTE: No, hija, ya, aguanta tantito, ya te vamos a dejar ir. A ver, pásame el celular y la chamarra.
RATERO DEATRÁS: A ver, hija, tú solita, quítate la chamarra, yo no te voy a tocas, tú solita.
RATERO DEADELANTE: Ya te vamos a dejar, hija, ¿dónde quieres que te dejemos?

La chica se quita la chamarra de cuero color vino y extiende la mano con el celular. Ratero Deatrás recibe los objetos y se los da a Ratero de Adelante.

LA CHICA: ¡Ay, el celular qué! Está todo rayado y viejito, no sean así, no les sirve para nada. Sólo me sirve por mis contactos.
RATERO DEADELANTE: Órale, hija, pus te doy tu chip. ¿Tonces’ donde te dejamos? Te vamos a dejar lo más cerca posible de tu casa.
LA CHICA: Ay, pásale todos mis contactos a mi chip, ¿no? (suplicante). Pus déjame donde se subieron, por ahí está chido.
RATERO DEADELANTE: Pos en una de esas te dejo mi número, ¿no?, a ver si me llamas, te digo que tengo valor. (ríe en tono burlón) A ver, pues, mejor dinos donde es tu casa, pus para saber dónde vives y pus igual y paso a visitarte.
LA CHICA: No, ya, no sean groseros, ya, en serio
RATERO DEATRÁS: Oh, pus, ¿qué? A ver, enséñame esa otra bolsa que traes.

Ratero Deadelante le da el chip en la mano a la chica. Recibe la bolsa de plástico y la revisa. Encuentra libros y revistas.

LA CHICA: No, ya en serio, no sean groseritos, déjenme donde se subieron.
RATERO DEADELANTE: Oh, bueno, ya, está bien, hija, ya te vamos a dejar. ¿Te gusta mucho leer, no? (le regresa su bolsa de mano y la de plástico)
LA CHICA: Sí, pues sí.
RATERO DEATRÁS: Pus sí, pos es maestra, ¿no? (de nuevo mueve el brazo en busca de aprobación de la chica)
LA CHICA: Sí…
RATERO DEADELANTE: Bueno, hija, pus ya te vamos a dejar, tú tranquila, te vas a bajar, no veas para atrás, tú tranquila. ¿Sale?
LA CHICA: Sale, está chido.

El auto se detiene ante la petición de Ratero Deadelante. Ratero Deatrás baja del auto tomando a la chica y poniéndola frente a él. Le indica que camine hacia delante sin voltear y que permanezca tranquila. Le entrega lo que queda de sus pertenencias. La chica siente como le tiemblan las piernas y comienza a llorar mientras camina buscando alguna señal de su ubicación.

*Escena real sucedida a la autora a finales del mes de noviembre.

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¿Increíble? ¿Surreal? ¿Absurdo? Todas las anteriores. Este es el México de mis amores. El que me roba el espíritu, el que me frustra las ilusiones y la confianza. Este es el Defe seguro del que tanto habla el Peje. Esta es la Ciudad de la Esperanza. La esperanza de que algún día pueda salir a la calle de nuevo sin paranoia.

¿En qué puto país vivimos? ¿Por qué tengo que ser cordial ante dos hijos de puta que me despojan de lo que tanto trabajo me costó? ¿Por qué parece que somos personas civilizadas charlando cuando me tienen secuestrada y obligada a ser condescendiente con la estupidez y la impunidad?

Este es el costo de la necedad de seguir viviendo en esta ciudad. Sólo queda aprender a vivir con el monstruo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y además es increíble como en esa terrible relación que cada uno de nosotros, habitantes del DeFe, tenemos con el monstruo, nos atrevemos a decir "no, pues te fue bien eh..." como si lo que pasó fuera "bueno" o como si ya nomás esperamos que no nos maten para decir que "entonces sí estuvo grave".

De alguna manera claro que te fue bien, no hubo agresión física y (lamento decirlo porque me acabo de quejar de ello) eso ya es ganancia. Sin embargo creo que ya lo habíamos platicado, el hecho de que los asaltantes fueran corteses no alcanza a ocultar la violencia que existe detrás del hecho: te robaron, te secuestraron por un momento, te hicieron sentir confundida...

Y es acá cuando pienso, como todos, si no será mejor irme a vivir a Aguascalientes o a Mérida... si será que la (mala) suerte te perdona la vida por ciclos de algunos meses o años, pero al final siempre volverá a alcanzarte para hacerte pasar un mal rato... si de todas maneras al final siempre "te toca", de alguna manera.

Siento muchísimo leer con detalles este episodio, me duele mucho que te haya pasado esto, me duele decir que a mi también me han pasado cosas horribles en esta ciudad.

Jorge Hill dijo...

Me recuerda cuando me asaltaron en el centro y me invitaron una torta y un refresco con el mismo dinero que me acababan de robar para que se me "bajara el susto".

Pues así es esta putérrima ciudad, yo sigo siendo de la teoría de que hay que largarse de aquí en cuanto se pueda, lo siento, yo sí me doy porvencido y veo el doom de América Latina y la perdición de México sin ninguna esperanza de mejoría, por lo menos no en lo que me queda de vida.

Y en cuanto al asunto de que si te toca o no, también hay un dicho por ahí (y no porque Denise se haya apendejado, es únicamente un dicho de respuesta) cuando dicen que "cuando te toca te toca", mi abuela decía "pos sí mijito, ¡pero no te metas al tocadero!"

¿Pero qué pedo cuando todo lo que te rodea es un tocadero?

Anónimo dijo...

Desde que la chica extendio sus brazos sobre las piernas, declarando, así, su derrota, descubrí que eras tu. Reconocí ese gesto tuyo, tan tierno. Y me aterro, me sorprendo y me enojo. Por qué tenías que hacer ese gesto lindo ante esos dos tipos? Sobrevivencia, supongo.

Esa ciudad esta en el punto de la violencia en donde los violentados agradecen cualquier gesto de los violentos. Es estar acostumbrados a ser robados. Es verte a diario entre secuestrados.

Y... entiendo tus lágrimas, las derramo contigo. De alivio, de coraje, de miedo, de silencio obligado y de grito perdido.

Ora si que como ellos dirían...Tu tienes valor. Enfrentarlos así, tan tu en equilibrio. Tan como eres en una charla de amigos. Tan sincera y carrilla. Mi admiración por ese autocontrol que tienes. Me imagino que cuesta un huevo tenerlo.

Bendigo tu cuerpo intacto y lloro tu alma y pertenencias invadidas.

Titotitocapotito dijo...

No tengo palabras para ti, solo un abrazo extendido hasta la indignación y la frustración que te dejan impregnada por días, por el resto del tiempo que dure la anécdota en tu cabeza y en tu narrativa. Te abrazo y te digo que te quiero haaarto.
Bao.

El Chukustako Tiroleiro (¡ajua!) dijo...

me sucedio lo mismito (es decir, taxi, dos rateros) hace como 10 años. Me sacaron una lanota, todos mis ahorros del cajero etc. Cuando me soltaron pare una patrulla, y los policias solo aceptaron llevarme a mi casa si les daba 50 pesos (de aquel tiempo).