viernes, 7 de noviembre de 2008

Pelos de gato y babas de perro

Con el tiempo, ciertamente, he ido entendiendo por qué era tan problemático tener mascotas en casa de mi madre. La verdad es que a menos de que ames a los animales, no puedes entender ciertas cosas.

Yo no podía entender que mi madre regalara a mis mascotas. No soy el único caso en el mundo. Seguro hay muchos a los que les tocó que les regalaran al perro, el conejo, el hámster, etc. No soy madre y por eso tampoco entiendo la lógica desde esos ojos, pero sí sé que a nosotros que disfrutamos tanto con la compañía de los animales, nos duele mucho separarnos de ellos. Una de las mayores dichas que tengo ahora que vivo sola, son justamente mis dos gatos.

Norma, por ejemplo, a quien no le gustan las mascotas, me ha dicho que también los poseedores de mascotas a veces somos sumamente ridículos. La verdad es que sí es cierto. Ahora que se han puesto de moda, por ejemplo, los chihuahueños (¿Fue Paris Hilton la culpable?), podemos ver a las chicas cargando su perro en una bolsita muy cukis y el perrito vestido de hada, Chanel, o de lo que mejor convenga a la fashion. Queremos estar pegados con nuestras mascotas todo el tiempo, los acariciamos sin cesar, dormimos abrazados de ellos.

Insisto, el asunto es que a quien no le apasionan no podría entender cómo esto es posible. Midori y yo, por ejemplo, vivimos entre pelos de gato. Ahora, ella también tiene un perro, así que hay que agregarle las babas. A pesar de todos los sacrificios que a veces tenemos que hacer por ellos, todo se compensa cuando se podemos acariciarlos. Perfu, que antes parecía no querer mascotas, es la más protectora con su gatita persa Federica. No se diga la Ardilla con el puñalín de Purr y ahora ya tiene a Rona. (No nos conformamos con uno).

Estos últimos días, mis gatos me han hecho enojar mucho. Llevan dos semanas despertándome al amanecer. Como reloj despertador, unos minutos antes de que amanezca enloquecen. Hoy, de plano, tuve que sacarlos de mi cuarto. Claro, chillaron como poseídos hasta que tuve que abrirles la puerta. Los dos, ya calmados, se subieron a la cama a dormir. La Inchi, corrió a mis brazos y el Babas a mis pies. Y nuevamente, todo tenía sentido. Nos apapachamos y fuimos felices.

El asunto es que aquí nuevamente estamos hablando en frecuencias distintas los amantes de los animales con los detractores de las mascotas. Para nosotros, dormir con nuestras criaturas es un placer, es reconfortante, es un privilegio. Para los contrarios, es una ridiculez y una molestia. Los pelos de gato, por ejemplo, vuelan por todos lados. Yo ya estoy acostumbrada, pero a muchos les parece una asquerosidad.

¿Cómo conciliamos unos con otros? En el caso de mi madre, por ejemplo, no había negociación. Yo tengo ahora mis gatos en mi casa, y ella vive sin mascotas en la suya. Santo remedio. Pero, ¿Qué pasa con las parejas, cuando uno de ellos, ama los animales y el otro no? Por que al final, estamos hablando de lo que te configura, de lo que te hace ser quien eres y de lo que te da placer en la vida. El asunto de los animales, por supuesto, sólo es uno de los temas. ¿Qué pasa cuando a uno le gusta bailar, o escalar, o caminar, o lo que sea, y al otro no? ¿Es válido suprimir el gusto del otro en aras de mi propia comodidad? ¿Es válido reprimir nuestro propio placer en aras de conservar al otro?

Cuando me salí de casa de mi madre, uno de sus reproches era: Me cambiaste por un gato. La verdad es que ese gato por el que me salí ni siquiera lo conservé. Y la verdad es que el gato era lo de menos. Las razones por las que era inminente mi salida tenían otras causas mucho más profundas. Pero entiendo que a sus ojos, fuera un asunto completamente desproporcionado. ¿Cómo es posible que si no puedes tener un gato prefieras vivir en otra casa? ¿Cómo es posible que quieras más a un gato que a tu propia madre? (Léase con cara de Lagarto, es decir de Doña Márgara Francisca). Repito que la situación no era esa, pues, pero el asunto es que para alguien que no ama a las mascotas, el tema es completamente ininteligible. No hay ni siquiera punto de comparación entre el amor por otro ser humano y el amor por un animal. La conexión es distinta, por supuesto. Pero creo que sí amamos a nuestros queridos animales y el vínculo, que en parte es sumamente maternal (o paternal) es muy particular. Los animales, nos brindan felicidad con su compañía. Es difícil describir el vínculo, sólo puedes entenderlo si lo sientes, si los amas, si tienes mascotas. (Creo que así como dicen: no puedes entenderlo hasta que eres madre, o cosas así).

Como otras veces, en estos temas, me declaro incompetente para dar soluciones. Yo me declaro feliz hoy por la posibilidad de dormir con mis gatotes y ronronear en coro.

4 comentarios:

-antonio dijo...

En aquellos años mozos mi carnal (Q.E.P.D.) adoptó una perrita que era cruza de otra cruza y uno de sangre (no recuerdo las razas) y estuvo con nosotros aproximadamente 1 año. De repente nuestra jefa decidió regalarla, la razón: estaba creciendo y ya estaba demasiado grande, asegun que necesitaba mas espacio para correr.

Lo culero del esunto es que la Jefa no le dijo nada a mi carnal, habian comentado el asunto pero no le dijo que ya habia tomado la desición. Mi carnal puso una cara de tristeza que se contagiaba, poco pero se contagiaba; y mi sacrosanta comentó "Ya ni la chinga" por casi chillar a su primogenito. Culera.

Por mi parte se me hace chido tener mascotas, siempre y cuando alguien más se haga resposable por ella. jo

PD. Que bueno que habilitaste la opcion de suspcribirse por mail. Asi estoy al dia, pero no funciona al 100, un aviso me llegó dos dias después de publicado el post (fue el de los gatos que hablan).

Saludos!

Titotitocapotito dijo...

Querida y rete querida por el post gatuno. Yo estoy ahora dispuesta a recibir la abundancia del universo con uno o dos gatitos que lleguen a mi... pueden ser adultos o pequenos (de preferencia), podría ser incluso un perro (aunque prefiero el gato) pero la cosa es que si sabes de alguno que tenga que llegar a mi... porque me muero de la envidia. Ahora resulta que cuando llego a mi casa saludo hasta a las tristes arañas... Besos.

Sólo Héctor dijo...

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Algo interesante es que las personas que tienen mascotas viven más :|

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Anónimo dijo...

Muy de acuerdo con Miguel Luis: "hay amistad entre los amigos", sobre todo si de mascotas se trata. ¡Pero cuidado! que en el parque de Tlaco asaltan por perros de raza y en cuerna los secuestran.