miércoles, 23 de agosto de 2006

In memoriam

Hay personas a las que quizá nunca dejas de extrañar. A pesar de que tu vida cambie y los giros de las decisiones te lleven a un lugar distante de aquel que compartías, finalmente, la añoranza no se va.

Parece que la vida hoy se configura de un modo muy distinto. He dicho continuamente que ya no soy la que era. Sin embargo, la que soy está construida de todos los ayeres, todos los muertos.

Mi padre murió ya hace más de un año y para mí, todo sigue siendo muy confuso. Casi no revisito el asunto. No sé ni siquiera desde dónde y sólo me da por llorar. El duelo continúa. ¿Terminará? Quizá no, yo he llegado a asumirme resignada a vivir con ello en adelante. No sé si hay manera de sanarlo, de trascenderlo.

Compartirlo es sumamente difícil. Mi tía me dijo el día de su funeral, que al ver a toda esa gente ahí, le parecía que estaba conociendo a una persona completamente distinta. Y así es. Su propia familia le veía tan ajeno. Lo conocían tan poco. No importa si eso fue lo que mi padre quiso o simplemente lo que provocó; el punto es que al que yo recuerdo y extraño es alguien desconocido para mis seres queridos. No podría explicarles, tendrían que vivir nuestra relación para saberlo.

Como compañero de vida, me hace mucha falta. Todavía hoy sigo pensando en lo que platicaríamos. Cuánto me gustaría que hoy pudiéramos seguir juntos en este camino de crecimiento. Su partida me dejó muy sola. Es un hueco irreparable. La entidad que formábamos como relación se esfumó. Hoy sólo estoy yo.

Y sin embargo, aunque él haya muerto, el amor seguirá vivo.

Hoy le fue develada una placa en la UNAM como homenaje a su labor docente. Desafortunadamente no pude estar ahí, por esos mismos giros de la vida, que paradojicamente me han dado tantas alegrías. Sea pues, este un reconocimiento al Arquitecto Sergio Matienzo, en su memoria.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Sea pues un homenaje, aunque creo que el verdadero homenaje a su vida, eres tu.

Anónimo dijo...

Somos todos nuestros vivos y todos nuestros muertos. La muerte no es inmovilidad. Nuestros seres queridos, sus recuerdos y su presencia tienen la capacidad de trascenderse en los que aun caminamos la tierra.

Anónimo dijo...

Era tu papa?
Creo que tambien era el abuelo de mis hijos.
Que pena que nosotros no lo pudimos conocer.

Milo dijo...

Wow! Qué chiquito es el mundo...