viernes, 1 de junio de 2007

Anónimos a mi abuelita

Mi abuelita me acaba de mostrar que ella también tiene sus acosadores anónimos. Un ser maligno le ha dejado bajo su puerta dos recados. El primero parecía ser un reclamo legítimo en el que se acusaba a los policías de la vigilancia de la calle de llegar tomados y ser ineptos. El segundo ya subió de tono y le insultó con ese tipo de insultos que ya nos sabemos los que conocimos a Sandrisalchica por estos lares vituales. (Para mayor referencia ir a Insultos de a baro)

El gran problema del anónimo es que nos deja completamente impotentes en el ciclo de la comunicación. No hay modo de responderle a quien nos ha insultado. Por supuesto, que aquel que manda anónimos no es digno de ninguna credibillidad. Los seres que se protegen en el anonimato sólo son gente chiquita, cobarde y con pocas neuronas. Incluso aunque firmen con algún seudónimo chaketo (tus vecinas de tanto tiempo, en el caso de mi abue).

Me parece increìble que mi abue siga suscitando este tipo de reacciones. Pero debo agregar que mi abuela siempre ha sido controversial en su cuadra, jeje. Lo que sí me queda claro es que mi abuela no le saca a la confrontación y cuando la buscan, ¡oh my dog!, la encuentran.

Y me pregunto, ¿qué pasa con la gente que nos odia o nos envidia en secreto? ¿Qué pasa cuando cierran la puerta de sus casas y dedican horas largas a discurrir sobre su malestar? ¿Cómo sucede que un día carcomidos por su veneno deciden enviar un anónimo como último recurso vengativo? ¿Qué pasa cuando se preguntan en la soledad lo que haya generado su escrito? Y básicamente, ¿qué se consigue al enviar un anónimo?

Desde mi particular punto de vista de la maldad, creo que la mejor venganza es aquella que podemos presenciar. Deberíamos poder presenciar la derrota del enemigo aunque sea a la distancia. Si no, no tiene sentido. ¿Qué pasa si no recibe el anónimo? ¿Qué pasa si lo recibe alguien más? ¿Qué pasa si se destruye antes de llegar a su destinatario?

Al mismo tiempo, entonces, un anónimo es sumamente inofensivo. Letras arrojadas al vacío. No sabemos cuál es su impacto, no consumamos venganza alguna porque no podemos mirar su efecto.

A mi abue, mi amor público. A los anónimos insultadores, repudio popular.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Sugiero un pequeño anuncio para poner en la puerta de la casa de tu abue.

"No se aceptan anónimos. Por cierto, sonría a la cámara."

Anónimo dijo...

Ehhh! que bueno que ya escribiste mana, que se te extrañaba por acá.

Los anónimos son totalmente inútiles porque como dices, no propician ningún tipo de comunicación o de confrontación. Lo que buscan es hacer sentir miedo, pero no creo que esos anónimos vecinales lo logren de todos modos!

Saludos a la Abue

Microturbian dijo...

me uno al comentario de Pucca.

Milo dijo...

¡JA! ¡Pucca es lo máximo!