miércoles, 23 de julio de 2008

La despedida

No cabe duda que el futuro ya no es como antes. Lo que pensábamos del futuro y lo que hoy esperamos del tiempo venidero. Son épocas de cambio constante, de incertidumbre, de volatilidad. Todo parece estar pendido de hilos frágiles

Hoy nuevamente, estoy en etapa de cambio y despedida. El ciclo se acaba y con ello va inaugurando simultáneamente nuevos caminos que aún no alcanzo a definir.

La UIC que fue el oasis donde siempre quise estar, de pronto se volvió un infierno. Cuando se ha quemado el refugio de damnificados, ya no queda otro lugar para guarecerse. Quizá es que ahora será así. No habrá refugios, sólo la fortaleza interior. Me despido de la Uic, todavía con una pata adentro. Seguiré dando clases pero mi labor administrativa se acabó. Se termina con ello la sensación del hogar que me daba ese campus arbolado.

Antes de estudiar ahí, cuando estaba en la prepa, mi padre ya trabajaba en la Uic. Yo iba con él y soñaba con ser universitaria. Gracias a él, pude obtener una beca y gracias a eso pude estudiar la licenciatura. Así definí que mi vocación estaba en el ámbito académico. Nunca solté ese lazo. Aún cuando fui a probar las mieles y hieles de otras organizaciones, mi horizonte se proyectaba siempre a la universidad. Luego comencé a dar clases y mi padre y yo recorrimos durante un tiempo ese sendero juntos. Los Profes. Luego, mi padre se fue y yo me quedé guarecida entre mis otrora profesores, ahora colegas, y el sueño de un proyecto de vida.

Cuando la vida se me partió por la mitad, entré por la puerta gris caminando junto a los patos, para pedir hogar y familia en las oficinas de la Escuela de Comunicación. Afortunadamente, lo encontré todo. Un lugar donde pensar, debatir, compartir y descansar. Pero llegó el demonio de la Innovación Curricular y se llevó todo a su paso. Se llevó las ilusiones, los proyectos, la seguridad y la gente.

Hoy concluyo esta etapa. Hay más vida fuera de la Uic. Me quedo con la gente, con el crecimiento personal y profesional y con el hogar que he construido en mí, gracias a todas las personas que me tocaron el corazón. Me despido de la universidad cuando ya no hay más que hacer. La batalla se ha perdido. Los soldados cambiamos de batallón. El espíritu se fortalecerá conforme pasen las heridas.

La despedida no es sencilla y es dolorosa, pero es necesaria. No puedo más que agradecer los momentos felices de este romance que hoy se termina. La Uic me dio mucho y yo dejo un cacho grande de mi vida en ella. Pero hay que saber cuando retirarse.

Hoy digo adiós.

3 comentarios:

Sólo Héctor dijo...

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La soberana de la zozobra ha decidido abdicar... ¿Quién tomará su lugar?

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Milo dijo...

Espero que nadie. No está tan padre gobernar el naufragio.

Anónimo dijo...

mi maniwis, ya sabemos que los procesos de luto son terribles, pero necesarios. Sabes que cuentas conmigo, te mando muchos besos