martes, 28 de octubre de 2008

Rock Band como metáfora de la vida

Ya sé, pensarán que está bien pachecota la teoría, pero ora verán.


Creo que la vida es una serie de juegos. Wittgenstein (¡ay, Yoryis, el Witt!) hablaría de los juegos de lenguaje. Y sí, también me diría la Ardilla que las conversaciones son juegos de turnos. Jugar los juegos, eso es todo. Cada juego tiene sus propias reglas. Hay que aprenderlas para entrar en la partida. Luego, sólo se trata de divertirse en el camino.

Yo he pasado bastante en blanco con los videojuegos. Desde el atari, que jugué poco y hasta ahora con el Rock Band que verdaderamente me ha apasionado. Sí, puede ser una simple cuestión de gustos, pero descubrí que hay algo más en el asunto. La verdad es que me daba miedo. Aaaaaay, ya sé, que dirán que eso es una tontería. ¿Cómo es que uno puede tener miedo de jugar videojuegos? Pues sí, es una estupidez, pero como no sé jugar, pues me daba miedo perder. ¡Duh! Ya sé que de eso se trata, de jugar, de aprender y de perder y luego reintentar. Ah, pues será el sereno, pero a mí me daba miedo.

Cuando empecé a cantar en karaokes, no tenía menos miedo. Pero ya que me gusta cantar y no soy tan mala, pues me atreví. Y ahí tienes la primera vez que me trepé al escenario de un antro karaoke, cómo me temblaban las piernitas de pavo y cómo me sudaban las manos. Luego, el aplauso alimenta al artista. Y luego, ya no me podían quitar el micrófono ni a chingadazos.

Con ese antecedente empecé a jugar rock band cantando porque eso es lo que sé hacer aunque sea un poquito. Ya había jugado con Aarón al Guitar Hero y estaba ya un poco menos tronca. Pero ya, mi súper hit fue aprender la batería.

Inicialmente, a duras penas podía jugar en easy, y hasta ahí me sacaban, pero conforme entrené un poco más pasé a medium. Ahí estoy ahora.

Y me parece que así es la vida. Se aprende a jugar nuevos juegos. Al principio, no se puede ser experto. Uno no nace sabiendo. Hay que aprender y hay que entrenar. Se trata primero de vencer el miedo y atreverse. Luego, uno empieza a jugar en la modalidad sencilla y conforme pasa el tiempo, uno puede acceder a niveles más complicados. A veces, dan ganas de jugar en un menor nivel, sólo para descansar del reto. Luego, uno regresa a la dificultad para mejorar. Uno puede quedarse toda la vida jugando en algún nivel, si así se decide, o puedes incrementar tu pericia para acceder a lo siguiente.

Todo el asunto está en divertirse haciéndolo. Es una dualidad curiosa entre tomárselo en serio y no. Tomarlo como un reto, como una manera de crecer, como una meta, es tomárselo en serio. Darle menos importancia, reír mientras aprendes, liberarse del miedo y la vergüenza, eso es dejar de tomárselo en serio.

¿Y qué tal si nuestra relaciones sociales, nuestras conversaciones, nuestros trabajos, nuestras decisiones, se parecen a jugar rock band?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

je je je qué linda analogía amiga! Hay un libro, muy metafísico ya sabes, que se llama: "El juego de la vida y cómo jugarlo" échale un ojo, tiene cosas interesantes.

Síguele dando, en Rock band estás en medium, pero yo sé que los hards de la vida los has superado con honores!!!!!!

Te quiero! cuándo nos aventamos un tirito?

Vero D.

Anónimo dijo...

no sé parecen. Son idénticas, por cierto, yo quiero jugar!! al rock band o eso