Camino a casa, ¿voy hacia el pasado?
Caminando cerca mi hogar, al regreso de un día fatigante, miro a una mujer ya anciana sentada en el escalón de entrada de un edificio, fumando un diminuto cigarro. Tiene el pelo cano, breve y mal cortado. Viste con ropa maltrecha, quizá regalada. La mirada se pierde en algún lugar que no es ni dentro ni fuera. Despues de una bocanada de humo su boca se queda abierta como si no recordara cómo cerrarla.
Me pregunté: ¿Quién era esta señora? Inmediatamente después, me lo pregunté con tono inquisitorio. ¿Quién era? ¿Eso significa que ya no es? ¿En qué categoría está hoy ahí sentada en el humo de la locura? ¿De qué depende que alguien sea? ¿De su capacidad de recordar, de narrar, de expresar? Lo que soy hoy es una narración de mi pasado. Mi identidad es el discurso que resume mis experiencias y su impacto en mis emociones.
El pasado ya no está aquí y sin embargo lo creemos determinante del momento actual. Soy el resultado de un tiempo pretérito. La señora fumadora ¿de qué es consecuencia? ¿cómo llegó así hasta este instante?
Nos relacionamos hoy pero chocamos con todo nuestro ayer. Cuando te miro a los ojos, ¿cuántos reflejos evado? ¿Cuántas personas se miraron ahí tal como yo? ¿A dónde fueron los afectos que algún tiempo quebraron mi corazón? ¿A dónde fueron los planes que hiciste con alguna otra mujer? ¿Dónde quedó tu mejor amigo de la primaria, al que le habías prometido tantos futuros compartidos? ¿Dónde está la mirada fulminante de tu madre el primer día que te afirmaste como un ser independiente de su falda?
No dejo de preguntarme a dónde ha ido todo lo que alguna vez creí importante. Así como a veces, reniego de mi pasado, rechazo el de los otros. En el colmo del absurdo, me gusta pensar que la historia comienza donde nos conocemos. Me dan celos todos los años que pasaron y me perdí. Sé que no puedo estar en todos los momentos de mis seres queridos, pero las ganas no se me quitan. Quizá por lo menos querría ver la película. Soy curiosa...
Pero curiosa masoquista, porque ver pasar en mi cabeza la proyección cinematográfica de esa otra vida, me causa una satisfacción dolorosa. A veces, observar la mía me causa ansiedad.
Mi pasado es una gran fuente. Hay ahí mucho aprendizaje, pero sobre todo mucho dolor. Y debiera decir, más bien aprendizaje a través del dolor. Hoy creo que se puede crecer de otro modo. Por momentos, quiero desechar mi pasado, sentarme en el escalón de algún edificio para fumar un cigarro y descubrir que ya no soy la que era. A veces, cuando me siento en mi cama en mi nuevo hogar, miro un cuerpo amado junto al mío, descubro el peso de los felinos encima de mis piernas, me doy cuenta que ya no soy la que era.
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